En el juego de la convicción quien tiene la mano y lleva todas las de ganar es la emoción, pues la emoción desencadena las revelaciones, nos abre al aprendizaje y afirma las memorias. De lo que nos es útil y de lo que no lo es. De lo que es cierto y de lo que no lo es. Esto lo dominan los mejores jugadores de póquer.
La emoción nos convence de lo que es cierto… y de lo que no.
Entonces ¿qué sentido tiene la razón?
Bien, la razón es la que lleva más allá de las emociones. Es la que hace realidad nuestros sueños, aplica nuestro conocimiento y construye estructuras como el acueducto de Segovia, el sistema operativo de nuestros ordenadores y la planificación a largo plazo. Es la que ha hecho realidad el viaje a la luna, y la que hará realidad una respuesta efectiva al Covid.
La enseñanza que todos deberíamos aprender es que necesitamos, como el aire que respiramos, las emociones. Y la razón. Pero cada cosa en su sitio.
En comunicación, esto es especialmente importante. No puedes convencer con la razón a alguien que está enganchado emocionalmente. Tendrás que combatir en el terreno emocional primero y desde ahí llegar a la razón. Hacerlo al revés no solamente es inútil, sino que genera una intensa emoción.
La de la frustración. Esa mezcla de rabia, tristeza e impotencia.
Así que, si llevas razón, sé primero emocional.
En nuestros programas te entrenamos para convencer incluso a los grupos de interés más recalcitrantes. Consúltanos cómo.