La parte por el todo.

Esto no es una pipa

“Esto no es una pipa”, dicta la icónica obra de Magritte. Y por supuesto que no lo es, lo que no quita que le diéramos de primeras la razón al pintor. Probablemente nos enzarzaríamos en una interminable discusión, peleando agriamente sobre si es verdad o no…

Con esta genialidad, Magritte denuncia una trampa mental, que consiste en confundir una determinada representación de la realidad con la realidad en sí. La parte por el todo. O, como nos gusta llamar en nuestros entrenamientos en comunicación, la “técnica de la generalización”.

Las generalizaciones son un gran invento… cuando nos son útiles. Y una aviesa trampa cuando se ponen en circulación para imponer una determinada representación del mundo. Este último es el caso de generalizaciones como “patria”, “izquierda”, “derecha”, “casta” o “contaminación”, por citar sólo algunos ejemplos.

“Patria”, “izquierda”, “derecha”, “casta”, “contaminación”… son generalizaciones.

¿Qué imagen tenemos asociada a la palabra “contaminar”? Seguramente una máquina o factoría echando humo, un ave envuelta en alquitrán, o un río lleno de peces muertos. No es de extrañar, pues son décadas de movimientos ecologistas persistiendo en esa asociación.

resultado de la búsqueda del término “contaminación” en google

Pero ¿tales imágenes son la totalidad del concepto, o solamente una de sus infinitas representaciones? Acudamos al diccionario de la RAE, a ver qué nos dice:

Contaminar.
1. Alterar nocivamente la pureza o las condiciones normales de una cosa o un medio por agentes químicos o físicos.
2. Contagiar o infectar a alguien.

¡Vaya! ¡Justo en estos momentos en que las fábricas y coches han parado (1) nos hemos convertido todos en agentes contaminantes! (2)!

Pues sí, por el mero hecho de estar vivos, cada vez que respiramos, volcamos c02 al medioambiente= contaminamos.

Contamino, luego existo.

Así que ¿es contaminar el problema? No, no lo es. Porque nadie desea morir para dejar de contaminar. No, el problema tiene que ver con cómo contaminamos. ¡Eureka!

El mero hecho de salirnos de la trampa de la generalización libera nuestra imaginación y desata nuestra máquina de soluciones…

En comunicación, las generalizaciones se usan contínuamente. La razón es que son tremendamente útiles, nos permiten hacernos muy rápidamente con una idea, marcar una dirección y transmitirla. Pero son una trampa, porque acabamos entendiendo sólo una parte de la cuestión a la que nos referimos, y en el combate dialéctico son muchos los que se aprovechan de este efecto. No distinguir las generalizaciones nos hace caer en trampas que, cuando se acumulan en el combate dialéctico, nos acaban apresando.

Por lo tanto, identifiquemos y cuestionemos las generalizaciones para descubrir las alternativas.

Seguiremos contaminando pero viviremos mucho mejor, en armonía con la naturaleza y las personas…

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